El rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza consiguió otro triunfo histórico en Colombia al cortar tres orejas y un rabo en la plaza La Macarena, durante la primera corrida de la feria de Medellín, en la que el colombiano Andrés Chica también obtuvo un trofeo.
Con casi tres cuartos de plaza, se lidiaron seis toros de Dosgutiérrez para rejones. Serios y con exigencia. El quinto fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre . El cuarto fue bravo y encastado. Primero y segundo, de más a menos. El tercero, con tendencia a rajarse. El sexto, con movilidad. Los toros pesaron: 460, 482, 458, 497, 515 y 478 kilogramos.
El rejoneador portugués Antonio Ribeiro Telles, palmas y silencio.
Pablo Hermoso de Mendoza, oreja y dos orejas y rabo.
Andrés Chica, oreja y vuelta al ruedo.
La primera de Medellín, que se celebró en medio de una fuerte polémica por las voces que reclaman el fin de los toros, resultó ser épica e histórica porque el navarro Pablo Hermoso de Mendoza cortó un rabo, el cuarto que consigue en Colombia. Esta vez en la plaza que más había tardado en descubrirlo.
Y las estadísticas hablarán de los máximos trofeos. Sí los máximos trofeos. Y no faltará quien se rasgue las vestiduras porque para los puristas no era para tanto. Pero más allá de haber sido un rabo a una faena, era un premio justo para quien es capaz de robar casi diez mil caras de emoción.
Porque Hermoso de Mendoza no sólo piso terrenos imposibles en su debut en Medellín, también engañó a sus toros, clavó a la perfección, hizo desplantes arriesgados. Y sorprendió a una afición que esperaba comprender cuál era la revolución del estellés, y que cuando la descubrió, terminó entregada por el asombro.
Ese asombró tuvo su máximo nivel a lomos de "Chenel", en el quinto de la tarde. El rejoneador hizo fácil suertes imposibles, templó al hilo de las tablas, cambió el recorrido en un palmo de terreno, y sus caballos se dejaron acariciar sus pechos hasta el límite.
Por eso no se habló de qué bien clavaron las banderillas, por eso no importó que el toro tardara en doblar. Todo lo que hizo se llama torear a caballo. Y eso mereció los máximos trofeos.
Andrés Chica, el rejoneador colombiano, también emocionó los tendidos, pero a otro nivel. Hizo suertes arriesgadas y se mostró con espectacularidad para interpretar la suerte del violín, incluso con la dificultad de hacerlo con banderillas cortas.
Cortó una oreja en su primero y de acertar con el rejón de muerte en el último, hubiera podido salir acompañando a Hermoso de Mendoza.
A su turno, el portugués Antonio Ribeiro Telles hizo apuntes de la clase y sobriedad de su toreo, pero la última imagen que dejó fue la de un toreo atropellado. Eso sí ante el lote más parado y complicado del encierro.
Fuente: terra.com.co
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