LADISLAO DE ARRIBA
Leo, con sorpresa, que la Unión de Empresarios Taurinos de España ha dirigido una carta a nuestra alcaldesa en la que exigen transparencia, imparcialidad y justicia en la adjudicación de la plaza de El Bibio para la próxima temporada. «Apártate, que me tiznas», dicen que dijo la sartén al cazo.
Si hay negocio con más tufillo mafioso es, precisamente, el de los toros, toreros, apoderados, empresarios y ganaderos. He tenido la oportunidad de presenciar los tiempos más siniestros de la fiesta, desde la primera fila: la redacción del diario «Pueblo», cuando los Dominguín, «Camará» y, más tarde, Manuel Benítez eran quienes cortaban el bacalao. Años después, coincidí con los hermanos Lozano (Toresma) durante nueve temporadas en el callejón de Las Ventas.
Es necesaria mucha desfachatez para que un colectivo tan dudoso exija escrupulosidad. Posiblemente no la haya habido en la primera y segunda concesión a Carlos Zúñiga. Por aquel entonces el edil que tenía a su cargo la plaza de toros confesó su escasa afición a la fiesta nacional y su desconocimiento del terreno que tenía que pisar. Actualmente, parece haberse constituido una comisión de expertos que ha de decidir quién se va a ocupar de dotar a Gijón de toros y toreros. Espero que sean duros y exigentes. No concedan la mano, porque se tomarán el brazo entero. Lean con lupa la letra pequeña de los contratos de adjudicación. Ofrecerán el oro y el moro y no traerán ni a uno ni a otro. Ande la comisión de expertos, como los buzos. Es decir, con pies de plomo.
Y, como dicen los castizos, «ojo al Cristo, que es de plata».
Fuente: La Nueva España.
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