Uceda Leal y Padilla, por la puerta grande con los victorinos
Fuente: HOY. CUENCA
Entretenida primera corrida de feria, con buen juego en general de los toros de Victorino Martín, que propiciaron la puerta grande de Uceda Leal y de Juan José Padilla. La bronca final a Antonio Barrera fue la nota negativa de una tarde que debió ser de nota, en la que el público pudo apreciar y disfrutar de tres conceptos distintos del toreo y de la bravura y nobleza de los toros de Victorino, que terminaron con la boca cerrada.
Entretenida primera corrida de feria, con buen juego en general de los toros de Victorino Martín, que propiciaron la puerta grande de Uceda Leal y de Juan José Padilla. La bronca final a Antonio Barrera fue la nota negativa de una tarde que debió ser de nota, en la que el público pudo apreciar y disfrutar de tres conceptos distintos del toreo y de la bravura y nobleza de los toros de Victorino, que terminaron con la boca cerrada.
Uceda Leal volvió a triunfar.
Abrió plaza Uceda Leal cuando en realidad le debió corresponder a Padilla por antigüedad (se llevan dos años de alternativa), pero por alguna confusión salió a la plaza el toro número 5, de 443 kilos, aunque la tablilla marcaba 517, enlotado para Uceda Leal. El madrileño lo recibió con una larga cambiada de rodillas, llevándolo bien al caballo. El piquero le suministró un largo puyazo afectando alguna vértebra. Uceda brindó al público tras colocar los subalternos tres pares de garapullos y con pases suaves intentó meter al burel en la muleta, pero se fue apagando con la pérdida de sangre. Uceda trasteó sobre ambas manos para acabar de un pinchazo sin soltar y una certera estocada, siendo aplaudido. Pitos para el “vitorinete”.
En el cuarto, el madrileño apenas se empleó con el capote, con un lance a modo de quite tras un buen puyazo, apretando “Herbolario”. Tres pares de banderillas y Uceda con la muleta y los espectadores con los bocadillos y los abanicos. La faena fue de menos a más, y aunque Uceda nos pareció un poco frío en el inicio, poco a poco sacó el temple de su flámula e instrumento una faena ligada con series sobre ambas manos en las que hubo plasticidad y profundidad en los pases de pecho. Fue el mejor toreo de la tarde. Lidiador nato y neto, dio los tiempos necesarios ante la noble embestida, pues para ello el torero serio y con hondura supo ahormar al burel en su muleta, destilando arte. Tras un pinchazo sin soltar se volcó en la estocada y tras la petición general la presidencia le concedió las dos orejas, con ovación para “Herbolario” de buena planta.
Juan José Padilla
El jerezano torero de sabor antiguo (lució el capote de paseo a la añeja usanza) supo ganarse al público en todos los tercios de la lidia, con mayor o menor lucimiento. Lanceó bien a la verónica al segundo de la tarde, que empujó bien ante el del castoreño, y y tras coger las banderillas brindó al respetable. El primer par fue de poder a poder; el segundo subido en el estribo de dentro a fuera, con poco auxilio del peonaje y el tercero “al violín”, que es su especialidad, de forma espectacular. Tras brindar al público, Juan José Padilla, que venía dolido de una reciente cogida en San Sebastián, inició su labor muleteril sentado en el estribo con pases por alto y de pecho, componiendo la figura tan gallarda, buscando la complicidad del público. Sacó tandas por la derecha y al natural, alargando el brazo, con cierta precipitación, y mirando al tendido en los remates. Fue una faena entre orden y desorden, en la que aprovechó la buena embestida de “Membrillero”, rematando con pases cambiados, de rodillas y molinete. La media estocada le valió una oreja rozando el aviso.
En el quinto, Padilla buscó la puerta grande con dos largas cambiadas de rodillas, lances por delantales, chicuelinas y la revolera, que repitió en el quite como remate a unos afarolados. Tras el puyazo, Padilla volvió a banderillear componiendo la figura y clavando con prontitud y riesgo, asomándose al balcón, de frente y “al violín de vuelta”. Clamor en la plaza. Con la muleta pudo dar cien pases al noble “Marismeño”, en una faena sin demasiado eco en los tendidos que refrendó de pinchazo hondo. y le valió la oreja.
Antonio Barrera
Antonio Barrera intentó lancear al astifino “Plebeyo”, que le ganó el terreno ante el percal. El burel se fue directamente al picador que le puso una buena vara, y tras un mal tercio de banderillas Barrera hizo un brindis de compromiso al callejón. Intentó domeñar al “victorino” con pases por bajo, mostrándose valiente en una tanda por la derecha. Fue una faena sin trasmisión, en la que puso voluntad, acabando de una gran estocada, que le valió la orejita.
En el que cerró plaza el picador Espinosa colocó una buena vara, pero en la segunda apretó aún más y la bronca ya no dejó de escucharse. “Murgo” salió renqueante de los cuartos traseros y Barrera se afligió con los tendidos de uñas. Estocada y descabello con reproducción de la pitada.
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